Protagonistas
Por Javiera López Layana
En entrevista con la Revista Ahora Nosotras, Nicole Martínez, ex vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y Claudia Heiss, integrante de la Mesa Técnica por una Nueva Constitución conversaron desde sus experiencias en la revuelta de octubre sobre el proceso constituyente en clave feminista y la deuda del Estado chileno con la violación a los derechos humanos.
Nicole Martínez Aranda es dirigenta estudiantil, basquetbolista e Ingeniera Civil Industrial de la Universidad de Chile. Además, actualmente es tesista del Magíster en Gestión y Políticas Públicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la misma casa de estudios.
Claudia Heiss Bendersky es periodista y cientista política de la universidad New School for Social Research de Estados Unidos. A nivel profesional se desempeña como Jefa de carrera de Ciencia Política en la Universidad de Chile. En octubre, Nicole Martínez y Claudia Heiss tuvieron roles estratégicos dentro del estallido social iniciado producto del alza de 30 pesos en el pasaje del Metro de Santiago.
Mientras Nicole diariamente coordinaba las acciones del mundo estudiantil y otros actores del mundo social como representante de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Claudia recorrió asambleas territoriales y participó como integrante de la Mesa Técnica para el Proceso Constituyente, donde se escribió la propuesta de reforma constitucional que formalizó el proceso de manera oficial.
Para Nicole Martínez dos de los principales aprendizajes del proceso que tiñó los muros con consignas “Hasta que valga la pena vivir” consistieron en la fortaleza que ofreció la “unión de la organización social entre trabajadores y estudiantes” y “el rol de las nuevas generaciones de dirigentes estudiantiles”.
Nicole, desde tu perspectiva como dirigenta ¿cuáles fueron los mayores aprendizajes que estuviste durante este proceso de movilización que sigue en curso?
Sobre aprendizajes creo que no terminaría nunca. Nada se asemeja a lo que hemos estado viviendo desde octubre. Pienso que fue crucial la recomposición del tejido territorial que a nivel estudiantil venía trabajándose desde las organizaciones feministas. Eso se encontró con la organización territorial de los cabildos, que fue lo que empezamos a impulsar desde Unidad Social y también la importancia de las nuevas generaciones en la dirigencia.
Pudimos llevar discusiones sobre la Asamblea Constituyente con pizarra y plumón en la calle y conversar con la gente. Ese momento nos forjó como militantes para poder estar orgullosos de esta nueva generación que se dispone a hacer política y busca terminar con un modelo dictatorial impuesto que dice que la política es para una clase lejana y que no nos pertenece. La recuperación de la política es parte de la columna vertebral de lo que viene en esta nueva generación constituyente de Chile.
Claudia ¿De qué manera miras las experiencias que te dieron los cabildos territoriales al enfrentarse en un espacio como la Mesa Técnica lugar que no estuvo exento de tensiones políticas?
He trabajado el tema constitucional y las organizaciones de base que me invitan a hablar de sus problemas. Después de mi participación en la Mesa Técnica fui a una reunión que hubo con organizaciones vecinales y con estudiantes que se organizó en la Facultad de Arquitectura y me decían «¿A usted le gusta ese acuerdo que usted firmó?»
Si yo hubiera hecho mi acuerdo ideal, si yo hubiera convertido el acuerdo del 15 de noviembre en el proyecto de ley que yo hubiera querido, hubiera salido algo totalmente distinto a lo que salió, pero el valor de ese acuerdo es que es un valor que fue aceptado por todo el sistema político, desde la UDI hasta el Frente Amplio. Por primera vez tenemos la posibilidad de construir una Constitución democrática, que es algo que no ha ocurrido nunca en Chile y ojalá la gente vea eso como un logro del pueblo movilizado y no como una concesión de la clase política. Por algo llevábamos treinta años sin que se pudiera producir el cambio constitucional.
A veces hay un discurso como que el pueblo fuera una sola voz que estuviera de acuerdo en todo. No es así, yo creo que cuando uno empieza a proponer soluciones surgen las diferencias, y lo democrático es que esas diferencias tengan representación política. Por eso creo que está bien criticar los partidos que conocemos y a los políticos que conocemos, pero no la política en sí misma y la existencia de partidos políticos en sí mismo. Hemos vivido sin Congreso y hemos visto las consecuencias de vivir sin Congreso, entonces, está claro que la solución no es no tener Congreso, porque cuando no hay Congreso y cuando no hay partidos, lo que surge es el autoritarismo.
Para ambas entrevistadas hubo una época donde la ciudadanía tenía más fe en la política. En ese marco, la imposibilidad de los diferentes movimientos de la última década como el estudiantil, No + AFP, socioambientales, feministas, entre otros, por encontrar soluciones reales a sus legítimas demandas han provocado en el pueblo la creencia de que “la política no sirve para el cambio social”, dice Claudia Heiss.
Para la cientista política, ese aprendizaje significó una de las caídas electorales más abruptas en el mundo. “Chile está entre los cuatro países que ha tenido caídas electorales más fuertes. Pasamos de un 86% de participación electoral en algunas elecciones municipales hasta un 24% de participación y en torno al 45% en elecciones presidenciales. Entonces, el mandato, la legitimidad política de las autoridades representativas en Chile, ha decaído de una manera muy dramática”, agrega la académica.
Nicole, para algunas el proceso constituyente es la salida institucional a una crisis sistémica y que tiene que ver con un modelo de vida que está haciendo agua. Entonces ¿Qué rol va a jugar la juventud en ese proceso? ¿Cuáles serán las contradicciones de una juventud permeada por el neoliberalismo en todo este proceso?
Nuestra generación se ha forjado de una manera muy rápida. Hemos vivido procesos que nunca imaginamos vivir. El rol de los jóvenes será de jugadores delanteros y delanteras en este proceso. Nunca imaginamos estar al frente de un estallido social y mucho menos enfrentar este proceso democrático histórico. Nadie imaginó nunca que cuando hablamos de la Asamblea Constituyente iba a ocurrir en nuestra generación e íbamos a estar nosotros con la tarea de salir a recorrer Chile para hacer campaña por el Apruebo y la Convención Constitucional.
Estamos frente a un sueño. Por años dimos cara en cada una de las movilizaciones estudiantiles y recibimos de vuelta soluciones institucionalizadas, cooptadas por la Concertación o por la Derecha. Ellos nos devolvieron una nueva forma de precarización y nunca resolvieron el problema estructural. Por eso, más allá de las críticas, yo soy acuerdista.
Creo que somos una generación que quiere ganar. Tenemos el 2011 en nuestro imaginario, a grandes líderes que lograron movilizar mayorías pero nosotros también queremos ganar. El pueblo ha achicado la cancha de los discursos que no valoran lo que significó para nuestras familias la Constitución del dictador. Ese tono de madurez política hace que la juventud se ordene y ponga detrás de los que estuvieron callados. Queremos ganar.
Claudia, ¿Cuál es la importancia para la legitimidad del proceso la participación y representación de nuevos actores en este proceso histórico?
La Constitución del ’80 es un sistema de bloqueo de las mayorías para mantener el status quo y para mantener las cosas como están. Jaime Guzmán cuando inventó este sistema lo dijo con todas sus letras: «Si llegan a gobernar nuestros adversarios, no pueden hacer algo muy distinto de lo que nosotros mismos haríamos», y así hemos bailado al ritmo de la música de Jaime Guzmán todas estas décadas.
Hoy está pasando la incorporación de nuevas voces y nuevos actores en la decisión política. Este sistema ha sido tremendamente excluyente. No ha incorporado a las mujeres, no ha incorporado a los indígenas, no ha incorporado a otras personas con discapacidad, no ha incorporado a los pobres, entonces ha sido un sistema elitista donde unos legislan para otros. Tenemos una minoría privilegiada decidiendo por todos los demás y yo creo que una parte muy significativa de lo que está ocurriendo con el Proceso Constituyente, es que está abriendo la participación política.
Durante las últimas semanas de agosto, Fabiola Campillay, una de las primeras mujeres víctimas de daño ocular de la revuelta social de octubre rompió el silencio y denunció la ausencia del General Director de Carabineros en el acompañamiento de su caso. De esta forma, consignas como “Verdad y Justicia” toman vigencia a propósito de la violación sistemática a los Derechos Humanos por parte del gobienro de Sebastián Piñera.
¿Cómo dialogan el sentimiento de impunidad del pueblo chileno, con un proceso constituyente que también reviste esperanza? ¿Cómo dialogan esas dos emociones, esos dos tonos de rabia y añoranza que son parte de un mismo proceso?
Nicole: No hay que subestimar lo que generó en octubre, esa consciencia del otro que está contigo. La derecha hará campaña del terror y pongo todas mis esperanzas de que seamos capaces de darnos cuenta de que nos quieren acallar. Pero, vamos a ir en masa a votar. Yo creo que no hay que ser robots en tratar de negar que ese temor existe, es verdaderamente humano y es verdaderamente notable que tengamos ese temor, porque nos queremos cuidar, lo que tenemos que pensar bien es cómo sobrellevarlo y cómo hacer que esa participación, durante el plebiscito, sea masiva.
Desde octubre tuvimos que ver en carne propia lo que significaba militares desplegados en la calle. El diagnóstico es que eso ahora no va a disminuir, sino todo lo contrario, así como ellos anuncian en pantalla abierta y Piñera tiene el descaro de hacer alusión a cómo han fortalecido ese proyecto de inteligencia. Sabemos lo que significa, sabemos lo que significa la modernización de la ley de inteligencia, de infraestructura crítica y cómo ellos están tratando de diseñar la cancha en la que saben moverse. Esa cancha nos va a dejar como desafío la resistencia democrática y creo que vamos a tener que hacer frente al autoritarismo.
Por último, creo que el tema de los derechos humanos también entra a otro escenario en la discusión constitucional. Si algo marca un antes y un después, yo creo que hasta esta generación va a llegar la paciencia para soportar estas políticas de represión. Yo creo que hasta esta generación espero que llegue ese pase libre, ese chipe libre para amenazar cotidianamente la democracia mediante las armas.
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Claudia: Sin duda, hay una deuda pendiente con el tema de la subordinación civil y el control civil democrático sobre las Fuerzas Armadas y Carabineros. Chile ha tenido avances importantes desde el inicio de la transición, en particular con la reforma del 2005. Antes de la reforma era aberrante el nivel de autonomía militar. El Comandante en Jefe no podía ser removido por el Presidente y tenían una participación política a través del Consejo de Seguridad Nacional institucionalizada. Éramos la única “democracia” en el mundo donde las Fuerzas Armadas se mandaban solas.
Sin embargo, estamos muy lejos de resolver el problema de la relación cívico-militar, y también el problema de la democratización de Carabineros. El Paco Gate o el Milico Gate, la falta de control financiero con recursos fiscales o que tengan un sistema de pensiones totalmente distinto al resto de los chilenos y al resto de la administración pública muestran también resabios de la transición a la democracia. Esta
visión militarizada ofrece una policía que no tiene una formación sólida en derechos humanos y que no entiende que su labor policial tiene que realizarse en el marco del derecho a huelga, y del derecho a protesta, que es un derecho, los chilenos tienen derecho a protestar en la calle, esa concepción no es lo que les enseñan en las academias policiales. Todo es una muestra más de que estas instituciones se siguen mandando solas, y siguen no compartiendo algunos principios democráticos de defensa de los derechos humanos que son fundamentales en organizaciones para resguardar a la ciudadanía.
A pesar de que en las organizaciones sociales y territoriales la presencia de mujeres es mayor a la de hombres, en espacios de participación política “formal” como el Congreso o en términos laborales la toma de decisiones recae principalmente en ellos.
No obstante, el 4 de marzo de 2020, se aprobó de manera histórica la paridad de género en el proceso constituyente. Este mecanismo permite aumentar el número de cuotas en un 50% y que las mujeres encabecen todas las listas de constituyentes.
Claudia y Nicole las feministas de los ’80 en plena dictadura se pusieron en el frontis de la Biblioteca Nacional con un cartel que decía: «Somos feministas por vocación democrática». ¿Cómo se imaginan este nuevo Chile feminista y cuáles son los principios o demandas que si tuviesen que estar redactando esa carta no dejarían por ningún lado?
Claudia: Creo que la Constitución paritaria es clave y que la convención paritaria debería orientarse hacia una concepción más paritaria de la política a futuro. Me imagino la política en el futuro con más mujeres, no solamente en el Congreso, ojalá con paridad de género en el Congreso, pero también en los Concejos Municipales, en la distribución en las elecciones de Alcaldes y Concejales, en todos los órganos de la administración pública con mayor presencia de mujeres.
Cuando las mujeres están mejor representadas hay más posibilidad de que se discutan temas que tienen que ver, por ejemplo, con la violencia y el abuso sexual, con la discriminación laboral, con los salarios más bajos que percibimos las mujeres, con la dificultad que tenemos las mujeres para acceder a posiciones de poder, por ejemplo.
Yo creo que avanzar hacia una sociedad más igualitaria, en ese sentido, requiere el reconocimiento de las diferencias entre hombres y mujeres, y presencia de mujeres en los órganos de decisión política, para que, por ejemplo, el tema de los cuidados entre en la agenda pública de manera mucho más fuerte, y no tengamos esta invisibilización de los cuidados, que cae generalmente en las mujeres.
Nicole, ¿Para ti cuáles son esos imprescindibles?
El desafío de los derechos humanos. Nos toca tomar el hilito del «para que nunca más en Chile» y escribirlo con puño y letra para que sea una Constitución que defienda la vida y la ponga en el centro. Debemos avanzar hacia un Estado que garantice derechos sociales y que los resguarde. Tenemos que apostar a que sea una Constitución sumamente robusta y superar ese relato que sea una Constitución de mínimos. Debemos avanzar hacia un Estado que no diferencie ni por lugar de nacimiento ni por la billetera que tengan ni por los apellidos.