LOTTY ROSENFELD Y LAS TESIS: ARTE, COLECTIVIDAD Y RESISTENCIA

HISTÓRICAS

Por Talía Silva Vallejo

“He insistido sobre la circulación de los discursos con que se ordena a los cuerpos individuales, haciéndolos políticamente sumisos. Mi trabajo es un relato visual que se niega a concluir porque transita a la par de una historia que va otorgando nuevos relieves y sumando nuevos sentidos a la obra”

– Lotty Rosenfeld

Una línea puede cambiar totalmente el significado de un mensaje. Un simple rayado es un trazo de rebeldía sobre el pavimento que se vuelve subversivo en el momento en que se activa con territorio que habita.

Son esas mismas calles que -con sus señaléticas- tratan de mantener el orden, las mismas que cuando decidimos salir de la vereda se rebalsan de colores, gritos de indignación, esperanza y resistencia.

En diciembre de 1979, Lotty Rosenfeld se tomó las calles frías y censuradas por la dictadura de Pinochet e hizo una simple acción de arte.

Trazó una serie de líneas horizontales sobre las verticales que dividen las pistas de autos en Avenida Manquehue. Esta performance fue grabada y durante más de cuarenta años la replicó en distintos países del mundo.

El alcance de este gesto se expandió al momento en que el símbolo universal (+) constataba la vigencia de las diferentes demandas sociales el Chile y el mundo. «Una milla de cruces sobre el pavimento», finalmente se volvería su obra cumbre y su reconocimiento transcendería las fronteras chilenas. 

Lotty Rosenfeld fue una artista visual y fundadora del Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A) conformado por el artista Juan Castillo, el sociólogo Fernando Balcells, el poeta Raúl Zurita y la novelista Diamela Eltit. Todos fueron parte de una serie de acciones de arte en el espacio público durante los años 80’.

Obras polémicas como  Para no morir de hambre en el arte (1979), Ay, Sudamérica (1989) y  una de las más conocidas y conmovedoras, ya que incorpora el signo que Lotty ya había propuesto años atrás desde su trabajo individual y lo tensionaron aún más dándole un giro de protesta: NO + (1983-1984).

No deja de sorprender lo actuales que resultan en estos tiempos de alzamiento social y pandemia, por ejemplo, en su obra Para no morir de hambre en el arte, que habla de la pobreza, el poder del estado al quitar la política de la UP del el 1/2 litro de leche y usándolo como objeto de protesta, de una garantía arrebatada. Durante la pandemia quedó en evidencia el abandono con algo tan simple y tan básico como tener hambre ¡Qué reciente suenan estas palabras que en 1979 acompañaban la obra!

Una de los puntos más destacables, es que lograron una reformulación de cómo se venía pensando las artes en el país, que, con sus prácticas  subversivas, hicieron del espacio público, un espacio a disputar, habitar y participar.

Tras la separación del grupo CADA, Lotty Rosenfeld siguió ligada al activismo desde las artes y se sumó al movimiento Mujeres por la Vida, donde participaron mujeres opositoras a la dictadura de diversas profesiones, afiliaciones políticas y orígenes sociales, todas con el fin común de restaurar la democracia.

También como activista feminista, se dedico a hacer una serie de entrevistas de archivo, conversaciones con diferentes mujeres pioneras en sus áreas, destacando entre ellas: Elena Caffarena.

Su trabajo en solitario y con otros grupos feministas se enfocó en la reivindicación las mujeres y sus derechos, sus luchas, la reivindicación y visibilización de las disidencias. Su trabajo ha sido constantemente citado y destaca la proyección del NO + tras la marcha del 8M el 2018 hecha por Delight Lab. Cita que repetirían en contexto de pandemia y tras su fallecimiento.

El año pasado fue candidata al Premio Nacional de Arte. No lo ganó. Falleció este en Julio 2020 y las feministas no olvidamos su legado.

Por otro lado, con menos de un año de diferencia con la muerte de Lotty, surge otro colectivo interdisciplinario que crearía una de las acciones arte más reconocibles en el mundo de los últimos años. Una extraña poética que pareciera acompañar a estas herederas de la performance, la resistencia política desde las artes y el feminismo.

El 25 de noviembre del, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en chile vivimos la catarsis de ser parte de la performance «Un Violador en tu camino” (2019), hace unos días se había vitalizado un video de un grupo de mujeres que, desde las calles de Valparaíso, convocaba a hacer un cántico y baile de protesta que denunciaba la violencia sistemática de género.

En el contexto de estallido social y más aún con la violencia política por parte del estado y carabineros, esta performance generó inmediata identificación.

Tal vez nadie se imaginó que sacudiría el país, Latinoamérica y todo el mundo: las mujeres ya no queríamos callar, porque no era algo puntual, no era cuestión del estallido, eran las experiencias de abuso y violación que todas callábamos.

Lo gritamos a todo pulmón, la letra se volvió nuestro himno feminista y el colectivo Las Tesis las responsables de lograr que desde un tempo bien marcado, medianamente moderado y tenso, con gestos precisos y potentes como apuntar con el dedo, todas pudiéramos denunciar fuerte, claro y en total sincronía, que el violador eres tú.

El nombre del colectivo que formaron Daffne Valdés, Sibila Sotomayor, Paula Cometa y Lea Cáceres, viene de la intención de traducir teorías feministas a un formato performático, masivo, que apele al sentido común de grandes audiencias.

Un concepto clave en tiempos de crisis y donde se necesitaba que las artes estuvieran pensando cómo ponerse al servicio del movimiento feminista. Fueron ellas las que tradujeron las tesis de Rita Segato sobre la relación entre el poder y los crímenes sexuales.

Son las artes las capaces de traducir sentires a símbolos, ya sean cruces en el pavimento o cantos de denuncia, ambos son gestos de rebeldía que se activan en  la performance, en la invitación a poner nuestros cuerpos como lienzo, habitar el territorio en disputa y exigir justicia.

Diferentes disciplinas que al encontrarse se preguntan qué hacer, cómo nos enfrentamos a la injusticia, al dolor y a la rabia, se organizan y arman colectividad que supera fronteras, logrando dar lugar y voz a la desobediencia frente a las injusticias de este país y del mundo.