LORENA ESTIVALES: “DEBEMOS GENERAR POLÍTICAS COMUNALES DE ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA MACHISTA”

Protagonistas

Por Javiera López Layana

En este nuevo número de Ahora Nosotras conversamos con Lorena Estivales, trabajadora social de la Pontificia Universidad Católica y vecina de La Florida hace treinta años. Originaria de la ciudad de Los Andes, la dirigenta de Revolución Democrática opinó sobre las deudas del Estado a nivel territorial para apoyar la violencia de género.

“Estoy en política desde los dieciséis años. Primero participé sin militancia y luego, recién a los 45 años, vine a militar por primera vez”, relata Lorena Estivales, ex Consejera Regional, mientras recuerda su primera experiencia de organización política en el comando juvenil del “No” durante la campaña del plebiscito de 1988.

            Durante su infancia, Lorena creció en el Liceo Max Salas Marchant de Los Andes al alero del proceso de municipalización gestado durante la dictadura de Augusto Pinochet. Entre risas recuerda lo grande que era el establecimiento que la cobijó en sus años de secundaria. “Era un espacio diverso de educación pública donde en ese tiempo tenía cursos desde la letra A hasta la M”, cuenta entre risas Lorena Estivales.

            Con nostalgia rememora cómo tras la “municipalización” se provocaron las primeras movilizaciones estudiantiles contra esta decisión. Lorena recuerda que de los tres mil estudiantes del liceo, mil quinientos salieron a protestar. Sin embargo, este sería solo un adelanto de lo que podría ocurrir – según lo que comentaban sus profesores- en el año 1986, el llamado: año decisivo.

            Después de ese año, la vida de Lorena cambió radicalmente. “Comenzamos a organizar el Comité por las Elecciones Libres. Recuerdo a diferentes compañeros y compañeras que llegaron con una propuesta metodológica para trabajar – tal como ocurrió con el plebiscito- la idea de la educación cívica con personas adultas para incentivar la inscripción en los registros electorales pensando que algún día se iban a abrir para que hubieran elecciones libres”, relata.

            La dirigenta hace memoria y describe sus primeras salidas con uniforme escolar a los cerros de Los Andes para hablar con vecinos de localidades rurales sobre el proceso eleccionario que se aproximaba. “A partir de ahí me involucré”, comenta la dirigenta.

Posteriormente, tras su llegada a la universidad, su temprana experiencia política en los cerros de Los Andes se tiñó de dulce y agraz producto de la brutal represión del régimen militar.

En la previa al plebiscito del “Sí” y el “No” recuerda que tuvo compañeros baleados, presos y expulsados de las universidades. Tras esas experiencias, señala que la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) y, en particular, su rol en la Vocalía de Derechos Humanos fueron grandes escuelas de formación política en donde adquirió experiencias de trabajo social en la comuna de Cerro Navia.

            Tras sus aprendizajes de juventud, las movilizaciones estudiantiles del 2011 le ayudaron a reconectar con su involucramiento en la política de un Chile carcomido por los resabios de la dictadura.

Luego de ver la emergencia de nuevos liderazgos dijo: “yo también quiero ayudar a mover el cerco. Si no se fueron abajo las AFP ni las Isapres, si la alegría no llegó tengo que militar. Seguí el trabajo de Giorgio, Gabriel, Camila y Pancho Figueroa. Ese grupo me inspiró a buscar un espacio de militancia. Lo hablamos con mi familia y nos metimos a militar mi esposo, mi mamá y yo. Luego, en el 2016 entré a militar al territorio de La Florida”, cuenta para Ahora Nosotras.

Lorena, ¿De qué cómo se cruza esta experiencia militante con el feminismo? ¿Cómo se juntan ambos mundos?

Siempre digo que yo soy una feminista silvestre porque me crié en un espacio familiar profundamente machista, como si fuese sacado de un libro. Mi padre era de una familia de siete hijos hombres. Él era un señor español que a los cincuenta años se casó con una mujer chilena de veinticinco. Crecí en un espacio donde la dominación masculina era total.

Con los años fui viviendo y resistiendo a nivel individual esa relación de control donde noté la falta de recursos para organizar la vida, entre otras cosas. Por ejemplo, a mis dos hermanos hombres, mi papá los sacaba a aprender a manejar mientras a mí me dejaban mirando. Ese tipo de situaciones te marcan, duelen y alertan.

Femicidio frustrado

            En 1994, Lorena Estivales tuvo su primera experiencia laboral en el mundo de la salud comunitaria en La Florida. Previo a la promulgación de la primera ley de violencia intrafamiliar, junto a más compañeras impulsó la creación de una red comunal contra la violencia hacia las mujeres que integraba a diferentes organizaciones territoriales.

Mientras este proceso se gestaba, la propia Lorena vivió en carne propia un episodio de violencia que, según describe, hoy podría ser catalogado como femicidio frustrado. “Tuve una relación de pareja muy difícil donde me di cuenta que mi pareja tenía una doble relación. Decidí conocer a esa otra chiquilla y juntas afrontamos la situación”, describe Lorena.

“Ella vino a mi casa, donde yo vivía de lunes a viernes con él y él vivía el fin de semana con ella. Él tenía montada una estructura de mentiras muy loca. Cuando él vio que estábamos nosotras juntas, nos agredió. Yo me salvé jabonada de que no me partiera la cabeza con un martillo. Nos agredió físicamente muy fuerte y finalmente se fue de la casa”, explica la trabajadora social.

Y agrega “al correr riesgo mi vida decidí que ninguna mujer tiene que vivir esto porque es una experiencia realmente traumática. Una parte de nosotras se muere y para revivir después, hay que tener mucha energía. Todo fue muy impactante pues además existió una impunidad total frente al episodio”.

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            En paralelo a este hecho y ante la ausencia de una ley integral capaz de hacer frente a la erradicación de la violencia de género, la red comunal se convirtió en una herramienta de organización comunitaria crucial para acompañar a las víctimas.

La red funcionó en la Casa de la Mujer de Villa O’higgins y desde ahí Lorena Estivales decidió perfeccionarse académicamente en el área.

            Su biografía y experiencia laboral, la impulsaron a estudiar en el primer diplomado de género que hizo la Universidad de Chile. Desde la academia trabajó en el Cesfam de Villa O’higgins donde comprendió que los niveles de violencia de las demás funcionarias eran abismantes.  En ese espacio además observó la dominación masculina en temáticas como los derechos sexuales y reproductivos.

Comprendiste que no era un problema tuyo, sino que todo el sistema estaba fallando…

Claro, el trabajo con otras mujeres me permitió ir descubriendo en la vida cotidiana las peores expresiones del patriarcado y el machismo.

Territorio feminista

En el año 2017, Lorena Estivales fue electa como Consejera Regional de la comuna de La Florida, La Granja, Macul, San Joaquín y Peñalolén. Antes de la elección, su última experiencia laboral fue en el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género donde participó en el proceso de creación del actual ministerio.

A nivel territorial, ¿Cuáles son las problemáticas que puedes apreciar a la hora de trabajar en la erradicación de la violencia de género?

A nivel de servicios públicos hay muy poca voluntad política para darle importancia a la temática y además las políticas que se elaboran a nivel institucional no atraviesan la gestión. Junto a ello, existe una precariedad para instalar una visión o perspectiva de análisis de género en el trabajo de las políticas públicas, por lo menos, a nivel regional es muy difícil de instalar.

En temas específicos de violencia podemos especificar que el presupuesto nacional para lo que fue en ese momento el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género era paupérrimo. El presupuesto no ha crecido desde que en el 2012 se abrieron los últimos centros de la mujer. El problema es que después que se abren los centros de la mujer hay mucha precarización de los equipos que trabajan a honorarios, que tienen una enorme sobrecarga laboral y que dependen finalmente de la buena voluntad o de la importancia que el gobierno comunal le asigne a esta problemática para potenciarse o no.

Con este gobierno se suspendió una línea de prevención de violencia que formaba monitoras de casos complejos y formaba equipos públicos en primera acogida. Se les llama casos complejos pues existe un instrumento único para evaluar el riesgo vital en violencia. Según el resultado, la Fiscalía, Carabineros u otra institución solicita el ingreso a las casas de acogida. Estos son espacios muy complicados porque existe mucha demanda y son espacios donde las mujeres pueden ir máximo con dos hijos ¡Imagínate las mujeres que tienen cinco hijos y que deben salir huyendo!

Ellas deben elegir pero si no hay red de apoyo, no hay autonomía económica, es imposible “elegir”.

Sí, muy de acuerdo. También están las casas de violencias específicas como los centros de violencia sexual en las capitales regionales. En cada región solo existe uno ¡Imagínate! Solo un centro de violencia sexual para toda la Región Metropolitana. Las funcionarias tienen una lista de espera gigantescas.

Además hay casas de trata de personas porque la violencia tiene diferentes capas. El enfoque interseccional también opera en estos casos. Si eres mujer migrante, negra y además con barrera de idioma, estás en el peor de los mundos respecto de la violencia de género. En Chile, hay una casa de trata para todo el país, donde se ponen resguardos a las mujeres para efectos de poder regularizar o generar su devuelta al país de origen.

Pienso que en Chile hay una precarización de la oferta pública en la erradicación de la violencia que hace que las mujeres producto de todos los problemas burocráticos asociados como la ausencia de su psicóloga o el cambio de su abogado no puedan darle continuidad a sus procesos. Toda la situación es paupérrima.

Finalmente, tenemos una situación compleja que debe abordarse con más intensidad en la línea de prevención pero además con la erradicación de los chapes machistas desde la educación. Se deben promover sistemas de convivencia con enfoque de género basados en el respeto.

Entonces, si bien existe un déficit a nivel estructural que se expresa en capas regionales o nacionales ¿Qué relevancia toma el poder local y, en particular, los municipios en la erradicación de la violencia de género?

La mitad de las mujeres que muere en Chile tiene medidas cautelares. Si a eso le sumas que nunca se ha puesto en práctica la erradicación de la violencia como modelo de trabajo comunitario, porque nunca se ha sacado la violencia como un delito al espacio público igual que el portonazo.Es un problema cultural porque esto sigue siendo un problema del dormitorio, de las puertas hacia dentro del hogar. Durante mi trabajo como CORE, me tocó estar en algunos consejos comunales de seguridad pública y no es tema para nadie esta problemática.

Ya diste algunas luces respecto al rol de las redes de protección comunitarias, pero ¿Qué otras experiencias o iniciativas se pueden implementar a nivel local?

            Primero es importante asignar presupuesto al sistema de apoyo a mujeres víctimas de violencia machista. Por ejemplo, generar espacios territoriales para que la atención se pueda descentralizar y que no sean las mujeres las que tienen que estar gastando plata en pedir ayuda. Además se puede generar un sistema comunal – como un Chile Crece Contigo – para temas de violencia, utilizar dispositivos comunales de pesquisa temprana, articular una respuesta y generar educación sobre la temática.

            Ejemplo, generar educación y prevención en escuelas, en jardines, intencionar que en las aulas haya sistemas de resolución de conflictos, haya educación no sexista, prevención de violencia en el pololeo, en los liceos, en los colegios. Debemos ser capaces de generar políticas comunales de prevención y erradicación de la violencia donde se pueda pesquisar tempranamente y donde se pueda prevenir en todos los espacios donde transcurre la vida comunitaria y los espacios institucionales que son de servicio a la comunidad. 

Hay muchas cosas que se pueden hacer pero hay que construir una política local de erradicación de la violencia que articule que tenga un discurso público donde se pueda hacer desde campañas barriales que expliquen dónde acudir en caso de ser víctimas de agresiones, donde te puedes formar como monitora, cómo integrar una red para cuidar a otras mujeres, entre otras acciones.